Un bon article al blog "Crianza en flor - Crianza respectuosa" on l'autora Sarita Gálvez D. ens fa reflexionar sobre la importància que té en seguir el desenvolupament de l'infant i deixar anar fent a l' infant allò que el seu desenvolupament li permeti.
Els adults en general volem que el infants facin coses molt abans de que el seu desenvolupament corporal ho permeti. També per comoditat de l'adult fem coses o obliguem als infants a restar en unes posicions poc naturals per a ells (hamaquitas, caminadors.....). Algunes vegades ho fem per ignorancia y altres vegades per comoditat (amb consciencia).
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¿POR QUÉ ME SIENTAN?
Nunca
me gustó la idea de sentar precozmente a los niños. En un inicio las
razones eran más relacionadas con lo músculoesquelético, evitar el
estrés en las articulaciones en formación, principalmente columna y
caderas… Hoy sigo evitando poner a mi pequeño en posiciones que no logra
por sí mismo, pero las razones van mucho más allá de lo meramente
físico, hoy las razones tienen que ver con el desarrollo emocional y
cognitivo, con la nutrición sensorial y la formación de un ser de
acción. Vamos desgranando el choclo.
Sentar prematuramente
a los bebés es una práctica muy frecuente en nuestra sociedad. Ya en
los años 50, la pediatra Emmi Pikler describía lo extraño que le parecía
esta práctica tan usual y cómo esos bebés, que eran sentados
prematuramente, mostraban un desarrollo postural tan distinto a los
niños que se mueven en libertad. Ella planteaba que los pequeños se
mostraban tensos y más rígidos, “como si se hubieran tragado un palo de
escoba”, una tensión muscular absolutamente esperable para el desbalance
que significa ser puesto en una posición vertical, cuando aún no se ha
trabajado la musculatura anti gravitatoria en planos horizontales (pasar
harto tiempo de guatita cuando ya logra girar). De esa manera, cuando a
un niño se le impone una postura que aún no logra por sí solo, también
se le impone la exigencia y se le marca un ritmo.
Hace
un par de años, cuando presentaba el enfoque Moverse en Libertad en una
audiencia de estudiantes, kinesiólogos y educadoras partí preguntando:
“¿A qué edad se sientan los niños por primera vez?”. Todos comenzaron a
hacer predicciones. Algunos dijeron 6 meses, otros propusieron entre los
4 y 5 meses… y otros dijeron 8 meses. Lo consistente fue que no había
consenso al respecto. Y es que si partimos por el principio, tendríamos
que analizar si todos entendemos lo mismo por “se sienta por primera
vez”.
No
es extraño que nos preguntemos qué es “sentarnos”, porque da la
sensación que en el mundo infantil hay diferencias significativas entre
“permanecer sentado” y “sentarse”, me explico: que un niño permanezca
sentado, para algunos, quiere decir que es puesto por un adulto en esta
postura y, dado que ha sido expuesto muchas veces a ese desequilibrio,
ha logrado sortear el desbalance y mantenerse en la posición. No
obstante, si este pequeño se cae o resbala, no puede volver a esa
postura por sí mismo. Desde un punto de vista distinto, sentarse es una
postura que el niño construye a partir de otras posturas de transición y
movimientos, no requiere ejercicios ni entrenamientos. Observando su
movimiento espontáneo, un bebé se sienta solo después de girar hacia
ambos lados, después de arrastrarse y pivotear; en general, se sentará
solo cuando comience a gatear y, tomando como referencia los estudios de
Emmi Pikler, eso es algo que suele suceder alrededor de los 9 meses…sí,
9 meses.
En
consecuencia de lo anterior, comprenderemos que no sentar a un niño
hasta que lo haga por sí sólo determina que los adultos debemos
acompañar esos 9 meses y, dada la costumbre instalada, convencer al
resto de los adultos que en realidad el hecho de que no permanezca
sentado no es un signo de alarma de un retraso del desarrollo
psicomotor. Desde mi experiencia profesional y personal quiero ser
enfática, puesto que pienso que un niño que no es sentado precozmente y
es expuesto a un ambiente estimulante y seguro de exploración, es un
niño que desarrollará el desplazamiento mucho antes. Cuando un pequeño
de 6 meses descubre los giros y descubre que si gira más de una vez
puede alcanzar ese objeto que le llama la atención, comenzará a
desplazarse. Eso significa que no debe esperar a gatear o caminar para
lograr metas más altas, para llegar a lo que se propone, para sentirse
seguro en su cuerpo y a la vez, sentir que es cuerpo activo en el
espacio. En consecuencia, sus relaciones espaciales son más ricas,
comienza a relacionarse con limites y se convierte en un explorador
activo del ambiente.
Cuando
un niño es sentado precozmente* y es “puesto a jugar” en esta postura
lo más probable es que necesite asistencia constante para tomar y
explorar los distintos objetos que los adultos le proponen. De esta
manera, necesitará asistencia para obtenerlos y volverlos a tomar si se
le caen. Así, llantos o distintos llamados pueden ser una constante al
reaccionar a lo que sucede en su entorno. Un niño que explora en el
suelo con las posturas y movimientos que domina, no necesita de esta
asistencia constante, es capaz de conseguir lo que se propone utilizando
su cuerpo, o es lo suficientemente flexible para cambiar el objeto de
interés por otra cosa que esté en su camino. Ésta es una de las razones
que llevaron a Emmi Pikler a titular uno de sus libros como “Bebés
tranquilos, madres satisfechas” (“Peaceful babies, contented mothers”)
puesto que los bebés autónomos no necesitan constantemente al adulto y
los adultos pueden desarrollar otras actividades, sin sentir que están
descuidando a sus hijos.
Y así, podríamos continuar con muchas
más razones sobre por que debiéramos evitar la práctica social de sentar
prematuramente a nuestros más pequeños. Quizás la última es pensar
cuanto tiempo pasará ese pequeño sentado durante su vida… lo más
probable es que, como la mayoría de nosotros, pase gran parte de esta en
esa posición, por lo tanto, ¿qué tanto apuro tenemos? Mejor regalémosle
el espacio para nuevas exploraciones… ¡y qué mejor que esos meses para
descubrir activo el mundo que nos rodea!
Si ya has sentado a tu pequeñ@ y estás interesad@ en conocer herramientas prácticas para volver atrás, te recomiendo el siguiente artículo: "Que hacemos cuando queremos volver atrás: guía práctica"
Si ya has sentado a tu pequeñ@ y estás interesad@ en conocer herramientas prácticas para volver atrás, te recomiendo el siguiente artículo: "Que hacemos cuando queremos volver atrás: guía práctica"
Más info en www.moverseenlibertad.cl y en el libro de Emmi Pikler Moverse en Libertad
També es pot visualitzar el següent vídeo de la plataforma Vimeo:
http://vimeo.com/86662960
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No es extraño que nos preguntemos qué es
“sentarnos”, porque da la sensación que en el mundo infantil hay
diferencias significativas entre “permanecer sentado” y “sentarse”, me
explico: que un niño permanezca sentado, para algunos, quiere decir que
es puesto por un adulto en esta postura y, dado que ha sido expuesto
muchas veces a ese desequilibrio, ha logrado sortear el desbalance y
mantenerse en la posición. No obstante, si este pequeño se cae o
resbala, no puede volver a esa postura por sí mismo. Desde un punto de
vista distinto, sentarse es una postura que el niño construye a partir
de otras posturas de transición y movimientos, no requiere ejercicios ni
entrenamientos. Observando su movimiento espontáneo, un bebé se sienta
solo después de girar hacia ambos lados, después de arrastrarse y
pivotear; en general, se sentará solo cuando comience a gatear y,
tomando como referencia los estudios de Emmi Pikler, eso es algo que
suele suceder alrededor de los 9 meses…sí, 9 meses.
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aturamente a los bebés es una práctica muy frecuente en nuestra sociedad. Ya en los años 50, la pediatra Emmi Pikler
describía lo extraño que le parecía esta práctica tan usual y cómo esos
bebés, que eran sentados prematuramente, mostraban un desarrollo
postural tan distinto a los niños que se mueven en libertad. Ella
planteaba que los pequeños se mostraban tensos y más rígidos, “como si
se hubieran tragado un palo de escoba”, una tensión muscular
absolutamente esperable para el desbalance que significa ser puesto en
una posición vertical, cuando aún no se ha trabajado la musculatura anti
gravitatoria en planos horizontales (pasar harto tiempo de guatita
cuando ya logra girar). De esa manera, cuando a un niño se le impone una
postura que aún no logra por sí solo, también se le impone la exigencia
y se le marca un ritmo.
Hace un par de años, cuando presentaba
el enfoque Moverse en Libertad en una audiencia de estudiantes,
kinesiólogos y educadoras partí preguntando: “¿A qué edad se sientan los
niños por primera vez?”. Todos comenzaron a hacer predicciones. Algunos
dijeron 6 meses, otros propusieron entre los 4 y 5 meses… y otros
dijeron 8 meses. Lo consistente fue que no había consenso al respecto. Y
es que si partimos por el principio, tendríamos que analizar si todos
entendemos lo mismo por “se sienta por primera vez”.
No es extraño que nos preguntemos qué es
“sentarnos”, porque da la sensación que en el mundo infantil hay
diferencias significativas entre “permanecer sentado” y “sentarse”, me
explico: que un niño permanezca sentado, para algunos, quiere decir que
es puesto por un adulto en esta postura y, dado que ha sido expuesto
muchas veces a ese desequilibrio, ha logrado sortear el desbalance y
mantenerse en la posición. No obstante, si este pequeño se cae o
resbala, no puede volver a esa postura por sí mismo. Desde un punto de
vista distinto, sentarse es una postura que el niño construye a partir
de otras posturas de transición y movimientos, no requiere ejercicios ni
entrenamientos. Observando su movimiento espontáneo, un bebé se sienta
solo después de girar hacia ambos lados, después de arrastrarse y
pivotear; en general, se sentará solo cuando comience a gatear y,
tomando como referencia los estudios de Emmi Pikler, eso es algo que
suele suceder alrededor de los 9 meses…sí, 9 meses.
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8 abril, 2013 | 18 Comments
Nunca me gustó la idea de sentar
precozmente a los niños. En un inicio las razones eran más relacionadas
con lo músculoesquelético, evitar el estrés en las articulaciones en
formación, principalmente columna y caderas… Hoy sigo evitando poner a
mi pequeño en posiciones que no logra por sí mismo, pero las razones van
mucho más allá de lo meramente físico, hoy las razones tienen que ver
con el desarrollo emocional y cognitivo, con la nutrición sensorial y la
formación de un ser de acción. Vamos desgranando el choclo.
Sentar prematuramente a los bebés es una práctica muy frecuente en nuestra sociedad. Ya en los años 50, la pediatra Emmi Pikler
describía lo extraño que le parecía esta práctica tan usual y cómo esos
bebés, que eran sentados prematuramente, mostraban un desarrollo
postural tan distinto a los niños que se mueven en libertad. Ella
planteaba que los pequeños se mostraban tensos y más rígidos, “como si
se hubieran tragado un palo de escoba”, una tensión muscular
absolutamente esperable para el desbalance que significa ser puesto en
una posición vertical, cuando aún no se ha trabajado la musculatura anti
gravitatoria en planos horizontales (pasar harto tiempo de guatita
cuando ya logra girar). De esa manera, cuando a un niño se le impone una
postura que aún no logra por sí solo, también se le impone la exigencia
y se le marca un ritmo.
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